Recuerdo mis nervios ese día al bajarme del autobús, mi
respiración entrecortada y mis pasos inseguros mientras me acercaba a la
fachada. Recuerdo llegar y leer el nombre de la institución que me acompañaría
durante muchos meses y se convertiría poco a poco en mi hogar. Entré, vacilante
y tímida. El lugar era precioso, de un minimalismo nórdico y a la vez cálido y
confortable. Para alguien que matriculó en el Máster Global Design – Diseño y
Arquitectura interior, ver ese espacio cuidado tan en detalle, fue la
verificación de que estaba en el lugar correcto; en mi cabeza resonó la voz del
GPS cuando finalmente dice “ha llegado a su destino”. Tan encantada estaba
admirando la decoración que tardé unos instantes en reparar en las personas que
me rodeaban: sonrientes (sonrisas que traspasaban hasta las más gruesas
mascarillas), amables, llenas de una energía contagiosa. Me daban la bienvenida
de la manera más genuina que había visto nunca, me hacían sentir especial,
esperada. Sin problemas entablé conversación con una de las chicas del
claustro, fue como hablar con alguien que conoces desde hace tiempo, fue simple.
Pasamos a las presentaciones y grande fue mi sorpresa al descubrir que la chica
con quien había estado hablando era Laura, la directora. Comenzaron a llegar
otros estudiantes y arrancó el día. No sé en qué momento volví a centrar la
atención en mí: mi respiración era ahora tranquila, mis pies descansaban sin
los recurrentes vaivenes nerviosos de siempre, me sentía segura e ilusionada, estaba
en casa.

Dmad está permanentemente grabada en mí. Una escuela
diferente y única, mi Hogwarts. La mayoría pasa por la vida sin encontrar su
Hogwarts, así que soy extremadamente afortunada. No todo fue silbar, es cierto.
Es un programa exigente, versátil y muy dinámico; debes mantener el ritmo y
absorber todo el conocimiento con habilidades camaleónicas. Algunos módulos
fueron muy difíciles para mí. Yo no tengo una formación previa en arquitectura,
pensé que jamás podría hacer planos. Pero los hice, incluso encontré mi propia
forma, a mano, luego digitalizando y dibujando detalles por encima… Aprendí que
no hay un solo modo de hacer las cosas y que tu impronta como individuo
importa. Aprendí a explorar, a no tener miedo, a trabajar con mis compañeros,
aprendí de ellos. Me di cuenta de que manifestar mis preocupaciones y temores a
los profesores no me hacía débil, me hacía humana, y esto fue un peso que logré
quitar de mis hombros después de muchos años teniéndolos contraídos, rígidos,
cansados. En Dmad se enseña, pero también se educa. Mis charlas con Laura,
Michelle y otros profesores como Santi, me ayudaron a cambiar mi mindset. De ser esa estudiante muy
laboriosa, pero siempre nerviosa e insegura, pasé a visualizarme como una
profesional en formación. Palabras antes alejadas de mi diccionario, ahora me
definen: empoderamiento, fuerza, ilusión, ganas.

Pese a haber estudiado Diseño en Cuba, mi país de origen,
nunca me consideré una persona creativa, y eso era una gran contradicción que
me atormentaba. En Dmad me percaté de que la creatividad es multifacética y
todo está en encontrar la faceta que vibra en tu misma frecuencia. Y, así de
simple, la gran y terrible paradoja que regía mi vida quedó resuelta. Me siento
plena, en paz y feliz. Cursos como el de Styling & Set Design,
Escaparatismo & Visual Merchandising y Gestión e Imagen de marca fueron
clave para encontrarme a mí misma y expresarme en un entorno sin prejuicios,
para nada limitante. Otros, como Interiorismo y Autodesk Revit, me desafiaron y
sacaron capacidades de adaptación y fortalezas propias, hasta entonces por mí
desconocidas. Siempre recordaré la sensación de orgullo al terminar esos
módulos, orgullosa de mis compañeros, de mí misma, la adrenalina a 100, la
mejor sensación del mundo.


En el curso de Diseño de Jardines me reencontré con un amor de la
infancia: las plantas. Fue maravilloso conocer la historia de los jardines de
España y el mundo, incluso visitar los principales jardines de Madrid. Estas
excursiones eran puro júbilo. Toda la clase (en su mayoría éramos jóvenes
extranjeros, imaginad nuestro entusiasmo) se juntaba y, de la mano de los
profesores, íbamos descubriendo hasta los más sutiles detalles e intrincados
rincones. Tomábamos apuntes, dibujábamos, charlábamos al aire libre, eran
experiencias más que clases.



Las visitas son eso: experiencias inolvidables. Ahora, mirando en
retrospectiva, me percato de algo que antes, por la excitación del momento, se
me pasó por alto: ¡cuán afortunados somos de haber asistido a esos maravillosos
lugares y haber recibido las explicaciones de grandes profesionales que separaron
parte de su tiempo para acompañarnos en nuestro viaje! Y eso ha sido Dmad para
mí, un auténtico viaje de autodescubrimiento, exploración y validación, durante
el cual nunca me he sentido sola.
Quería compartir algunas de las revelaciones que más me
impactaron, desde el humilde lugar que me corresponde y consciente de que esto
son solo opiniones personales producto de vivencias propias:
- Soy una persona que ha estudiado mucho,
aprecio cada asignatura, cada curso, cada diploma; pero la vida es más que
títulos y la realidad de la profesión trasciende a la teoría. Una formación
práctica, con proyectos y clientes reales, es imprescindible para complementar
lo aprendido a través de otras metodologías.
- La única constante en la vida es el cambio; si
notamos que no evolucionamos, no quiere decir que permanecemos en el mismo
sitio, sino que vamos en sentido contrario. Cualquier evolución es válida, por
pequeña que parezca. Flexibilicemos nuestras mentes y perdamos el miedo a
equivocarnos. En la versatilidad está el futuro.
- No busquemos la perfección, no porque no
exista, sino porque esa búsqueda nos limitará, en lugar de aportarnos.
Busquemos la inspiración, la motivación para seguir haciendo, creciendo,
rectificando.
- Que seamos buenos en muchas cosas no quiere
decir que somos buenos en todo; que sepamos de muchas cosas no quiere decir que
seamos los que más sabemos de todo. Escuchemos a quienes tienen más experiencia
y dejémonos guiar. Asertividad, iniciativa y criterio no son sinónimos de
arrogancia, terquedad y soberbia.
- Muchos libros de creatividad hablan del “overthinking” y de cómo este es el
enemigo de la productividad y el éxito. Yo he encontrado que siendo metódica,
trazando estrategias y repasándolas una y otra vez antes de tomar acción, logro
que mi proceso sea mucho más certero, porque desde la acción 1 tengo un concepto
claro y una vista general de los futuros pasos. Con esto quiero decir que cada
quien escoge su proceso y lo que mejor funciona según su personalidad. Que algo
esté escrito en un libro no necesariamente lo hace aplicable a nosotros. Esta
fue una conclusión a la que me fue particularmente difícil llegar.
- Por último: seamos humildes y generosos. Suena
a cliché, pero en profesiones como las nuestras, son nociones que suelen
perderse. Estamos tan preocupados de estar al día con las apps y la tecnología,
tan pendientes de los seguidores en nuestras cuentas profesionales de
Instagram, de los seguidores de otros en sus cuentas profesionales de
Instagram, del triunfo ajeno; durmiendo con un ojo abierto, algo paranoicos,
inmersos en la dinámica de producir y producir, celebrando el exceso de trabajo
y la falta de sueño…
Detente, respira y, si decides unirte a la familia
de Dmad, disfruta cada minuto porque, créeme, cada minuto lo vale.
“Hold the door, say please, say thank you
Don’t steal, don’t cheat, and don’t lie
I know you got moutains to climb but
Always stay humble and kind
When the dreams you’re
dreamin’ come to you
When the work you put
in is realized
Let yourself feel the
pride but
Always stay humble and kind”
Tim McGraw, HUMBLE AND KIND
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Aka: la canción
que escucho una y otra vez mientras diseño, sobre todo durante este Máster
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